Chocolate... vida de perro y muerte de cristiano

¿Quién no se acuerda del famoso “Chocolate”? (Choco, como le decíamos los cercanos). Era un perro vagabundo de esos raza kilterrier mezclao con pastor alemán en decadencia.

Era mítico en todos los desfiles, procesiones a la catedral de los pechoños, el decadente desfile militar y cualquier protesta que hubiera ahí en la Plaza de Armas de nuestra city. Apareció como quinientas veces en la portada de la prensa austral, record que solo ostenta nuestro choco, el alcalde y la vieja que vendía turronmaní pa los desfiles y siempre aparecía como escondida en un rincón de la foto.

Recuerdo que cuando murio el perro culiao (pero este es otro, me refiero a don augusto conchetumaret) fui a cachar las celebraciones de los rojos que levantaban puño izquierdo (yo igual levanté un poquito mi brazo) y gritaban “Viejo de mierrr te estai pudriendo en el infierno”, pensé que la alegría era justa, y que si nuestro compañero “Choco” hubiera estado ahí, nos habría acompañado con sus ojos lagrimosos y llenos de alegría de perro. Demás que le hubiera ladrado a los weones momios que pasaban pifiando a la gente q estaba celebrando, y el mítico choco, cara e raja, le habría echao una buena meada a las ruedas de las camionetas 5x5 doble camada, pastor alemán y esposa rubia oxigenada incluida, que pasaban llorando la muerte del maraco e insultándonos por burlarnos del “salvador”.

Pero choco, amigo mío, no alcanzaste a ver la gente celebrando la muerte del csm, por que te juiste cuando en la noche, mientras andabai vagando cerca del hospital regional, buscando a la poodle “Mimí”, cacheroso como buen perro vago, dos manyines te acuchillaron y estuviste agonizando un dia entero hasta que te moriste.

Pobre chocolate, amigo de los cabros chicos y turistas, parte del inventario de la plaza de armas, cuántas veces me crucé en tu camino, tiraba un escupo a las baldosas y tú, fiel guardián ecologista, te lamías mi gargajo para mantener la plaza bien limpia. Como buen guardián de tu casa.

Y te merecías un funeral en toda regla. Por eso unos weones se consiguieron un ataúd blanco y te metieron ahí y te enterraron en la plaza de armas, frente a 300 weones que no tenían nada mejor que hacer, que te despedían llorando y hasta apareció el predicador de la gran palace y ofreció su testimonio llorando. Y aparece un cara de wea, santiaguino que dice “Qué ridiculez más grande”, y ahí le llegó el ocho por que le sacaron la mierda.

Y obvio, el magnífico mandamás magallanic no estuvo de acuerdo, por que como el choco siempre cagaba en la entrada de su palacio-oficina, y el wn era tan penca que siempre pisaba la mierda de choco, y por eso y por su tufo siempre andaba pasao a mierda, le dio la garrotera y mandó a sacar a nuestro amigo de su lugar de honor y lo tiró en una fosa común en el Maria Behety. Donde descansa en paz por fin

Donde voy todas las semanas a tirar un escupo que, ya sé, quedará ahí y se escarchará por que nunca más llegará mi amigo Chocolate a lamerlo.